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Esas vacaciones no quise volver a Boaco. Mi padre se había casado de nuevo y ni siquiera me informó.
Me enteré por odiosos telegramas que releía al momento del primer temblor.
− ¡Salgamos a la acera!, gritó Julieta, la encargada de la casa de huéspedes. Solamente estábamos las dos, los demás inquilinos habían regresado a sus pueblos.
Le conté de los telegramas firmados ADTM.
– “Amiga de tu madre”, eso significa, dijo Julieta antes que el terremoto acabara con ella y con Managua.
Me fingí muerta.
Cuarenta años después envié felicitaciones a la viuda de mi padre.
Firmé Julieta Barillas
A.D.T.P.M.
Sobreviviente.
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